En los últimos años el marketing digital ha sido denostado por culpa de vendedores de crecepelo cargados de falsas promesas. Nosotros no creemos en prometer, sino en trabajar duro y en ser honestos 24/7, aunque sea menos rentable.
La responsabilidad debe recaer en profesionales con años de experiencia en el sector, no en juniors precarizados. Las canas y cicatrices nos hacen más asertivos, pero también nos permiten entregar un resultado impecable en todo momento.
Esto nace del deseo de hacer algo que valga la pena, no de generarle a los socios una plusvalía para no dar un palo al agua. Por eso todos trabajamos a tope y ejecutamos, y a nuestros colaboradores no los llamamos «freelances», sino compañeros.
Queremos relaciones largas, no citas rápidas. La alta rotación es el enemigo de la creatividad y del negocio, por eso damos facilidades de conciliación y creamos equipos que terminan desarrollando una familiaridad con el cliente.
Cuanto más grande más despersonalizado. El marketing ético no está al alcance de una gran consultora, porque jamás podrá igualar la capacidad de inmersión de un equipo reducido que se mueve con precisión quirúrgica.
Nunca mordemos más de lo que podemos tragar, por eso tenemos una limitación de clientes para asegurar que vamos a poder cumplir con todos. Es una cuestión de respeto: la profundidad, lo riguroso y el trabajo de calidad exige límites.
Detestamos las reuniones eternas que buscan justificar un fee eternamente perpetuado en el tiempo. El discurso y la palabrería son el «cáncer» de esta profesión. Falta realidad, compromiso, honestidad y entrega.
Hemos estado en el otro lado y hemos sobrevivido. La decepción nos ha hecho resilientes y nos negamos a aceptar que para prosperar en el sector haya que triturar o ser triturado. No. No. Y no. Negamos la mayor.
El sector ha acogido con entusiasmo la IA por una cuestión meramente oportunista: vender formación y servicios. Mientras ellos siguen inflando la burbuja nosotros no vamos a dejar nuestra identidad ni la de nuestros clientes en manos de una máquina.
Los cínicos y los que se den por aludidos dirán que este manifiesto también es marketing. No entienden que el marketing ético debe nacer de un propósito genuino y esa es la diferencia entre un marketing ético y uno deshonesto.